lunes, 27 de julio de 2015

"El albatros" de Charles Baudelaire

Por divertirse, a veces, la gente marinera,
Atrapa los albatros, grandes aves del mar,
Que siguen, indolentes compañeros de viaje,
Al navío que surca los amargos abismos.

El poema está formado por cuatro cuartetas de versos alejandrinos, con rima encadenada (abab). Algunos críticos coinciden en señalar que el poema evoca una situación que Baudelaire vivió en su viaje a la isla Mauricio. El título del poema es emblemático, en tanto este pájaro será la figura central del poema a través de su situación el yo lírico establece un una relación de correspondencia con el poeta. El hipérbaton en el primer verso tiene el objetivo de destacar el propósito de la diversión, los marineros atrapan a los albatros sin otro motivo que la diversión, por el ocio que causa la navegación. El yo lírico destaca la grandeza del ave, su majestuosidad, su peculiaridad. Este ave es un “indolente compañero” a pesar de la actitud de los marineros, el albatros sigue acompañando, es un compañero en ese viaje de riesgos, de incertidumbre, de “amargos abismos” (sinestesia). Se refleja en esta estrofa un tema recurrente en el poeta, el tedio, el aburrimiento.

Cuando apenas han sido dejados en cubierta,
Los reyes del azur, torpes y vergonzosos,
Sus grandes alas blancas tristemente abandonan
Semejantes a remos, arrastrando a sus lados.

Los versos de la segunda estrofa desarrolla la trasformación que sufre el ave, presa de la intervención de los marineros, de la interacción con ellos. “Cuando apenas han sido dejados en cubierta” esa transformación es inmediata, “han sido dejados” se encuentra allí por la voluntad y la acción de otro. Las consecuencias son notorias, el rey del azur, se vuelve “torpe y vergonzoso”. El hipérbaton nuevamente destaca el espíritu de la acción “tristemente abandonan” la acción que realizan los marineros “por diversión” provocan tristeza en el ave. El símil muestra como las mismas alas grandes, que en el cielo lo hacen ver como un rey, en el suelo son inútiles como “remos arrastrando”

¡Qué torpe y débil es el alado viajero!
Él, antes tan hermoso, cuan cómico y cuán feo!
Uno el pico le quema acercando una pipa,
Otro rengueando imita, al cojo que volaba!

En esta estrofa se reafirma lo planteado en la estrofa anterior, se muestra al ave derrotada, rendida ante los tripulantes. El “alado viajero” (metonimia) es débil ante los marineros, está solo. Hay una antítesis entre la situación pasada (“tan hermoso”), y la actual (“cuán cómico y cuán feo”). Los versos finales de la estrofa reflejan la violencia del hombre, que no sólo violenta físicamente “el pico le quema” además lo humilla “imita”. Se reitera el cambio brusco del ave, el que antes volaba, ahora es cojo se mueve con dificultad.

El poeta es igual a este rey de las nubes
Que habita la tormenta y ríe del arquero;
Exilado en el suelo, en medio de abucheos,
Sus alas de gigante le impiden caminar.

La estrofa que cierra el poema, establece una relación simbólica entre el poeta y el albatros, transformándose en una alegoría. El poeta se compara con el albatros, que desde el cielo, en la altura el viaje de la humanidad. En el cielo ubica los ideales, lo que es imposible comprender por la humanidad ociosa e insensible. Las “grandes alas blancas” del albatros son en el poeta, la inspiración. Éstas como símbolo de espiritualidad, imaginación son grandes al igual que la imaginación que no tiene límites y blancas por su pureza. Estas cualidades vuelven al albatros un “rey de las nubes” que cuando se encuentra en el entorno que le es natural, “habita la tormenta y ríe del arquero” es poderoso, pero que exiliado en el suelo se paraliza.

El arquero, hiere, trae la muerte, los males. La tormenta es una lucha interior, que perturba, conmociona. El poeta lucha internamente para sentirse parte de la sociedad. Sin embargo, en interacción con los hombres, se siente “exiliado” ajeno, incomprendido, disminuido, humillado, por lo tanto su poesía sin recibo, es inútil.

Podemos identificar en esta composición rasgos característicos del romanticismo, como lo son la presencia de elementos naturales, en este caso el destaque del ave. También la evocación del sentimiento de soledad, de incomprensión y de otredad del artista.

También podemos reconocer elementos del simbolismo, como lo son el empleo de términos que refieren a experiencias sensoriales diferentes (empleo de la sinestesia). El uso de la metáfora, entre otros.



Fuentes consultadas:
Baudelaire, C “Las flores del Mal” Ed. Banda Oriental, Uruguay 2007. Trad y comentarios de Edmundo Gómez Pérez.

Romanticismo


· Surge a fines del siglo XVIII y principios del XIX. Tiene origen en los  países nórdicos (Alemania e Inglaterra) y luego se extiende por toda Europa. Sus antecedentes son el Pre-romanticismo en Francia (Diderot y Rousseau) y el SturmundDrang de Alemania (Göethe y Schiller)
· Como movimiento cultural y artístico es vasto y de naturaleza contradictoria, razón por la cual se vuelve difícil sintetizar los elementos que lo definen.
· Abarca todas las artes: música, pintura, escultura, literatura, además de una posición estética, se proclama como una filosofía de vida.
· Surge como reacción contra el clasicismo: lo clásico se identifica con el orden y la razón; lo romántico, con la exaltación de sentimientos.
· La concepción de la naturaleza está impregnada del panteísmo de Spinoza: se trata de una naturaleza animada, habitada. Basado en el principio de un organismo vital único que adquiere diferentes formas, el romántico piensa la naturaleza y la obra de arte como una analogía. La naturaleza es simbólica y, al pensarla como un lenguaje, el poeta se convierte en un descifrador.
· "Un poema yace encerrado en la naturaleza como secreta y misteriosa cifra". Hay un intento de recrear en la poesía el lenguaje primitivo, originario de la naturaleza.
· El conocimiento romántico está impregnado por la obsesión de una pérdida y al mismo tiempo, por la intuición o esperanza de acceder a un saber absoluto, infinito: no acepta límites.
· Sentido de la poesía: es conmoción del ser y busca conmover al otro. Las poéticas románticas hablan de la poesía como éxtasis, como visitación. El poeta es alguien ajeno, alienado, en contacto con lo irracional. Esta vivencia de embriaguez, exaltación lo conduce a una vida desbordante, ardiente y sombría. Surge el concepto de lo meteórico: la poesía como una llamarada que se extingue; de ahí el cultivo de lo fragmentario.
· El romántico cultiva lo inefable, la página en blanco, la atracción por lo no dicho que se deja entrever, lo sugerente.
· Vinculada con esta vivencia mágica de la poesía, ésta se presenta como algo primitivo en un doble sentido: de arte popular y de arte infantil.
· El sueño, el elemento onírico se torna fundamental.
· El rechazo de la civilización, de la máquina se expresa en esta búsqueda de la anti-cultura.
· La sensibilidad romántica está marcada por una tendencia a lo agónico. Esta tendencia sumada a la atracción por lo raro, misterioso y lo horrible, grotesco se constituye casi como la filosofía de la enfermedad.
· Existe una negación de lo ordinario, de lo normal y un rechazo, en lo formal, por lo acabado, terminado. Se evidencia el culto por la belleza medusea, por la cabeza de Medusa donde belleza y fealdad no pueden divorciarse. El poetizar los aspectos de lo horrible, enfermo y patológico era considerado antes del romanticismo como anti-estético.
· El sentimiento de melancolía, de voluptuosidad en el dolor es un sentimiento romántico por excelencia. "La vida es una enfermedad del espíritu" decía Novalis.
· Se destaca la nostalgia, el anhelo que no se satisface nunca: la búsqueda de lo absoluto simbolizada en la flor azul de Novalis.
· El sentido del tiempo: es un tiempo de fuga, huida, retraimiento. Se opera una valoración intensa del sentido de lo histórico como algo evolutivo, como un devenir, como un cambio incesante. Hay una fuga hacia el pasado y un descubrimiento de la sensibilidad del pasado.
· Se da una exaltación del pasado y de lo nacional. Se idealiza la Edad Media y en este retorno a lo medieval se opera una revaloración del espíritu religioso.
· Individualismo: se reivindica la separación entre el individuo y la sociedad; las cosas pasan por el "yo" y el arte se vuelve introspección y confesión.
· Pesimismo: el poeta se siente incomprendido por esa sociedad que lo rechaza.
· Aportó el concepto de libertad en la vida y en el arte (formas abiertas).
· Se destaca el predominio de la imaginación y el sentimiento sobre la razón.

Para romanticismo en Francia consultar Baudelaire, Las flores del mal, Selección, traducción y comentarios: Edmundo Gómez Mango, Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 1995, pp. 7-17. .

martes, 21 de julio de 2015

Ante la Ley


Ante la ley hay un guardián. Un campesino se presenta frente a este guardián, y solicita que le permita entrar en la Ley. Pero el guardián contesta que por ahora no puede dejarlo entrar. El hombre reflexiona y pregunta si más tarde lo dejarán entrar.

-Tal vez -dice el centinela- pero no por ahora.
La puerta que da a la Ley está abierta, como de costumbre; cuando el guardián se hace a un lado, el hombre se inclina para espiar. El guardián lo ve, se sonríe y le dice:
-Si tu deseo es tan grande haz la prueba de entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda que soy poderoso. Y sólo soy el último de los guardianes. Entre salón y salón también hay guardianes, cada uno más poderoso que el otro. Ya el tercer guardián es tan terrible que no puedo mirarlo siquiera.
El campesino no había previsto estas dificultades; la Ley debería ser siempre accesible para todos, piensa, pero al fijarse en el guardián, con su abrigo de pieles, su nariz grande y aguileña, su barba negra de tártaro, rala y negra, decide que le conviene más esperar. El guardián le da un escabel y le permite sentarse a un costado de la puerta.
Allí espera días y años. Intenta infinitas veces entrar y fatiga al guardián con sus súplicas. Con frecuencia el guardián conversa brevemente con él, le hace preguntas sobre su país y sobre muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y, finalmente siempre le repite que no puede dejarlo entrar. El hombre, que se ha provisto de muchas cosas para el viaje, sacrifica todo, por valioso que sea, para sobornar al guardián. Este acepta todo, en efecto, pero le dice:
-Lo acepto para que no creas que has omitido ningún esfuerzo.
Durante esos largos años, el hombre observa casi continuamente al guardián: se olvida de los otros y le parece que éste es el único obstáculo que lo separa de la Ley. Maldice su mala suerte, durante los primeros años audazmente y en voz alta; más tarde, a medida que envejece, sólo murmura para sí. Retorna a la infancia, y como en su cuidadosa y larga contemplación del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de piel, también suplica a las pulgas que lo ayuden y convenzan al guardián. Finalmente, su vista se debilita, y ya no sabe si realmente hay menos luz, o si sólo lo engañan sus ojos. Pero en medio de la oscuridad distingue un resplandor, que surge inextinguible de la puerta de la Ley. Ya le queda poco tiempo de vida. Antes de morir, todas las experiencias de esos largos años se confunden en su mente en una sola pregunta, que hasta ahora no ha formulado. Hace señas al guardián para que se acerque, ya que el rigor de la muerte comienza a endurecer su cuerpo. El guardián se ve obligado a agacharse mucho para hablar con él, porque la disparidad de estaturas entre ambos ha aumentado bastante con el tiempo, para desmedro del campesino.
-¿Qué quieres saber ahora? -pregunta el guardián-. Eres insaciable.
-Todos se esfuerzan por llegar a la Ley -dice el hombre-; ¿cómo es posible entonces que durante tantos años nadie más que yo pretendiera entrar?
El guardián comprende que el hombre está por morir, y para que sus desfallecientes sentidos perciban sus palabras, le dice junto al oído con voz atronadora:
-Nadie podía pretenderlo porque esta entrada era solamente para ti. Ahora voy a cerrarla.

Franz Kafka